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Exito empresarial en Copenhague: franquicia dedicada a mendicidad triunfa en Dinamarca

Estoy pensando abrir mƔs franquicias, de momento en Alemania y los Paises Bajos.

Ulrik SĆørensen explicando amablemente a los medios como extendiĆ³ rĆ”pidamente su franquicia por el paĆ­s.


Ulrik SĆørensen, natural de Copenhague, capital de Dinamarca, y mendigo de profesiĆ³n, lleva tiempo disfrutando ampliamente de los beneficios que proporciona el capital ganado honradamente. "Todo comenzĆ³ una tarde cuando yo estaba pidiendo limosna a la puerta del Fisketorvet" que es un populoso centro comercial de la ciudad "apareciĆ³ otro sin techo pidiendo en la misma puerta y claro, nos liamos a sopapos, le di tal mano de hostias que se largĆ³ corriendo con el rabo entre las piernas a otro centro comercial cercano. A la noche, para mi sorpresa, apareciĆ³ con un mogollĆ³n de monedas y me dijo que eran para mi, que no querĆ­a llevar mĆ”s guantazos y que me pagarĆ­a un tanto de lo que sacase cada dĆ­a para que no me cabrease".

SegĆŗn cuenta el Sr. Ulrik asĆ­ empezĆ³ todo y continĆŗa explicando "No se por quĆ© me vine arriba y me fui por la ciudad tundiendoles las costillas a otros sin techo y pidiĆ©ndoles un porcentaje de lo que ganaban, extraƱamente me lo daban sin rechistar. Hoy en dĆ­a hasta me lo giran o me lo ingresan directamente mi cuenta corriente, es que meto hostias como campanos".

Al preguntarle si le parecĆ­a normal el uso de la violencia para lograr sus fines se encogiĆ³ de hombros y dijo: "me importa un carajo, yo me gano la vida honradamente y con mucho trabajo fui extendiendo la franquicia por todos los pueblos de Dinamarca y ahora estoy pensando en traspasar las fronteras, quizĆ”s un dĆ­a llegue a cotizar en bolsa".

El Sr. Ulrik, a pesar de todo, tiene aspecto de buena persona, podrĆ­a calificarse como bonachĆ³n y a pesar de la mugre de sus ropas, cabello y larga barba no aparenta ir demasiado sucio salvo por el mal olor que desprende, lo Ćŗnico destacable de su persona es que mide dos metros y quince centĆ­metros y en su espalda podrĆ­a aparcar tranquilamente un tractor John Deere de los grandes, por lo demĆ”s es un tipo muy normal "no pienso cambiar, seguirĆ© viviendo como siempre y pidiendo a las puertas de mi centro comercial favorito, total, no tengo otra cosa que hacer". ha manifestado todo tranquilo a Minuto Day mientras se liaba un pitillo hecho con colillas recogidas del suelo.

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